sábado, 4 de junio de 2011

EL SISTEMA EDUCATIVO ACTUAL: ¿UN AUTÉNTICO PROYECTO PARA LA CONSECUCIÓN DE ACTITUDES DEMOCRÁTICAS Y LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD HUMANA?

Ponencia leída durante el Foro educativo celebrado en el Municipio de Ponedera(Atlántico) en Junio de 2007.

Hoy en día cabría hacernos la pregunta de si ese gran proyecto, que tantos devaneos y controversias ha suscitado a la humanidad, concebido para la formación de buenos ciudadanos, además de competentes en el saber y al momento del hacer, realmente está a tono o en el mejor de los casos preparado para cumplir con creces el papel de orientar y formar ante los difíciles  y complicados retos que le imponen éstos nuevos tiempos, caracterizados por la peculiar manera de nuestros jóvenes de sentir y asumir una realidad donde la precocidad en el inicio de las relaciones sexuales y la irrupción de una sensibilidad permeada por nuevos y estrambóticos patrones en lo estético así como un desmedido afán por la información comprimida y rápida, constituyen una marcada ruptura tanto generacional así como en lo tocante a visiones y expectativas que inciden sustancialmente en sus proyectos de vida, o como diría Aristóteles de vida buena.

Nadie podría negar que aquí reside en gran parte el meollo de los conflictos que se presentan al interior de nuestras instituciones educativas, al no interpretarse muchas veces con tino y sabiduría estos cambios en una juventud con unos intereses y visiones bastante diferentes a los de hace 20 o 30 años atrás.
Pasar por alto lo anteriormente planteado y evaluar y medir las nuevas relaciones de convivencia y actitudinal con los parámetros y normas de la escuela "tradicional", ha dado lugar a innumerables tutelas y otros recursos a los que reiterativamente apelan nuestros jóvenes, quienes esgrimen como fundamento de sus reclamos la violación de sus derechos por parte de las directivas a través de los llamados Manuales de Convivencia de las instituciones educativas.
Así las cosas, indudablemente que éste es un tópico donde la reflexión filosófica debe tomar cartas en el asunto para hacer claridad conceptual en un asunto tan importante como el del respeto de los derechos y la apertura de espacios democráticos al interior del mundo escolar, lo cual es en últimas, lo que va a contribuir eficazmente a la fundamentación de una educación que tenga como norte la formación en el respeto de la dignidad humana y la construcción entre nuestros jóvenes de una ética de carácter vivencial, fundada en una auténtica valoración, respeto y promoción de los derechos humanos, contribuyendo así a un vuelco generacional que tradicionalmente los ha querido encasillar como un mero e intrascendente discurso retórico parapetado tras lo meramente racional, opacando cualquier posibilidad de acercamiento.

Pero tratemos de hacer un ejercicio o aproximación al por qué en nuestras instituciones educativas se presentan obstáculos para que en su interior se den auténticos espacios democráticos que den paso a la concertación y el consenso, y se permita la armonía de la diferencia y la diversidad como premisas básicas de una auténtica convivencia pacífica.

a) La institución educativa autoritaria; un producto malsano de la intolerancia y la racionalidad instrumental.  En el mundo de la escuela se configuran complejas relaciones en las que los diversos actores escolares; maestros(as), directivos, alumnos(as), padres y madres de familia, confluyen con sus historias personales y colectivas, como expresión de valores y conflictos producidos en su medio social.
Aquí las relaciones de poder se manifiestan en el plano moral e intelectual. Por un lado el maestro ejerce su autoritarismo frente a los alumnos(as), padres y madres de familia, pero igualmente sobre el lo ejercen el director(a), las autoridades educativas y en ocasiones los mismos estudiantes.
Además de lo anterior, podemos ver que a través de la historia, la institución educativa y otras instituciones controlan a los niños(as), jóvenes y maestros(as) su condición de seres afectivos, sexuales, sociales y culturales, pretendiendo con ellos su homogenización, excluyendo la diversidad y por lo tanto el pluralismo.

En todo este ámbito es importante no pasar por alto que tradicionalmente la escuela se ha preocupado por mantener la disciplina, entendida ésta como el control que se ejerce sobre los alumnos para mantener el orden. Esa disciplina es impuesta por la autoridad y sus propósitos aparentemente no van más allá de lo inmediato: sostener el orden, según lo percibimos; pero en última instancia se busca es formar seres disciplinados que posibiliten crear un ambiente para que la autoridad actúe sin encontrar resistencias.

Ahora, es importante destacar que en lo social, lo cultural y político nosotros nos hemos caracterizado por establecer relaciones verticales, y acciones propias de un proceso o dinámica llámese política, cultural o educativa, la cual se traza como norte la manipulación de los demás a través de los saberes y el conocimiento con tal de imponer a un pueblo o comunidad una forma de pensar y actuar determinadas con tal de perpetuar unos particulares intereses de clase o grupo. No en vano, y en una forma aparentemente trivial, escuchamos por ahí la trillada frase :"el conocimiento da poder". Y efectivamente, aún hoy muchas instituciones educativas no hacen más que reproducir las más burdas y dañinas relaciones de poder patentizadas en el desconocimiento por parte de docentes y directivos de que los alumnos(as) como seres afectivos, sexuales, poseedores de una dignidad humana que hace que le sean respetados sus proyectos de vida y decisiones como jóvenes que tienen todo el derecho a preguntarse en voz alta sobre cuál es el sentido de una institución que muchas veces les parece ajena, ya que no se ha tomado la molestia de preguntarles como parte constitutiva de mayor importancia, de qué manera la vemos o la percibimos; si sentimos empatía o un disimulado rechazo que a diario manifestamos de múltiples formas que sus directivas no logran percibir para que entren a replantear su papel y logre instaurar en su interior relaciones mas fraternales y humanas para que así puedan sentirse, aún en medio de tantas dificultades, que son reconocidos y valorados como personas.

b) Por una pedagogía que oriente hacia la mayoría de edad y el respeto de la dignidad humana ante  los graves hechos de intolerancia y la instrumentalización de los seres humanos. Cuando nos referimos a la mayoría de edad, no lo estamos haciendo en términos cronológicos, sino a lo que en su tiempo el filósofo alemán Emmanuel Kant, concibió como aquél estado en el cual los seres humanos deben valerse de su propia razón  y capacidad de juicio para pensar por sí mismos, sin necesidad de que otros se conviertan en sus tutores.
Contrario a la mayoría de edad, es lo que el pensador alemán concibió como la minoría de edad, la cual consiste en la imposibilidad, ya sea por pereza o facilismo, de pensar por sí mismos, ejercitando nuestra capacidad de raciocinio, sino que le dejamos cómodamente ese papel a otros y así evitarnos la difícil tarea de escrutar, discutir, analizar y proponer cosas.
Realmente lo que Kant ya dejaba entrever en ese breve ensayo publicado a finales del siglo XVIII que lleva por título ¿Qué es la ilustración?, era la necesidad de que los seres humanos reafirmaramos nuestra autonomía como seres racionales, morales y afectivos responsables de nuestros actos ante nosotros mismos y los demás; pero siempre, sometiendo todas nuestras actuaciones al escrutinio de la razón.

De esta manera, pensaba Kant, los seres humanos dejarían de ser seres heterónomos, cuya conducta y actuaciones vendrían impuestas por otros o emulaciones acríticas de modas o estereotipos, anulándonos como personas racionales y afectivas capaces de darnos una moralidad y construir unos criterios de conducta basados en nuestras convicciones más profundas.

En este sentido, cobra vigencia la propuesta kantiana al contribuir en gran medida en el plano pedagógico al ponerle de presente a los educadores que su papel adquiriría mayor relevancia si se convierten en auténticos orientadores, y no tutores, que induzcan a sus alumnos a que ellos mismos construyan y alcancen sus verdades a través del análisis crítico y el consenso y así asumir consciente y responsablemente sus deberes y adquieran conciencia de la necesidad del respeto de la dignidad humana y de los derechos humanos en la persona del otro.
Aquí debemos resaltar lo que plantea el profesor Luis Alberto Henao en el libro "Educar para pensar" , en el cual subraya que, "para Kant, la actitud crítica es aquella actitud orientada por la libertad de pensar que permite el desarrollo del ingenio de la humanidad y el desarrollo de sus potencialidades y así contribuir al progreso del género humano siempre hacia lo mejor"

Después de analizar lo arriba expuesto, creo que sólo mediante una labor paciente y perseverante, lograremos construir una institución educativa formadora de ciudadanos auténticamente participativos y autónomos a la hora de tomar decisiones trascendentales en sus vidas y en la de sus comunidades; prestos a rechazar cualquier tipo de manipulación o instrumentalización por considerarlos como actos violatorios de la autonomia y la dignidad humana.
Se hace necesario que se constituya en un imperativo que las instituciones educativas coadyuven a la consecución de esa mayoría de edad en lo atinente al ámbito de lo político, incentivando en los alumnos(as) de manera real y efectiva y no en lo retórico, su participación en eventos democráticos y el ejercicio de sus derechos.
En una ocasión, hablando con una expersonera estudiantil de la institución educativa donde laboraba, al preguntarle sobre el porqué de la desmotivación de los alumnos(as) al invitarles a participar en la elección  de sus representantes en el gobierno escolar, manifestaba la fatiga y el cansancio que sentían de los llamados a cumplir por mero requisito con una jornada donde se les entregaban unos tarejetones en los cuales tenían que escoger a uno u otro. Para la exalumna, en su diálogo dejaba entrever que éste era un proceso ajeno y distante para sus intereses como personas que querían desplegar una mayor participación en la realización de un evento donde ellos se sintieran como actores protagónicos y no como meros invitados a donde ya todo estaba preparado.

Lo anterior, sin mencionar que el personero(a) elegido, la gran mayoría de las veces no deja de ser una mera figura decorativa sin ninguna trascendencia y a quien nada mas se le tiene en cuenta para que estampe su firma en algún documento que requiere dar fe de la existencia del gobierno escolar ante alguna autoridad educativa y ahí termina sin pena ni gloria su papel como representante de los estudiantes.

Ahora, ni qué decir de los consejos directivos de algunas instituciones educativas, quienes nunca han convocado a padres de familia ni a los docentes ni mucho menos a los estudiantes, ya sea para recoger sus propuestas o aspiraciones o para rendirles informes en lo concerniente a las metas, logros o dificultades de la institución educativa en el desempeño académico o en los procesos administrativos ni mucho menos en la presentación de los informes financieros; convirtiéndose sus sesiones en una especie de reuniones privadas y a puerta cerrada, en donde sus decisiones no consultan los intereses de la comunidad educativa.
Todos estos vicios contradicen y desvirtúan de manera flagrante la naturaleza y misión de la institución educativa que por lo general en los PEI consignan una retórica que se mueve en un discurso sobre los valores éticos y de su compromiso con la formación de un educando crítico, autónomo, participativo, etc, etc pero que lamentablemente queda en meras palabras ya que en su práctica institucional no se es coherente con lo planteado en el Proyecto Educativo Institucional.

Como docente y directivo, preocupado por la institución educativa, creo firmemente en la necesidad de replantear unos métodos y actitudes de claro corte autoritario y muchas veces excluyente que a lo único que contribuyen es a desterrar en los estudiantes el interés y la iniciativa que en algún momento lleguen a mostrar nuestros jóvenes en los procesos democráticos que deben darse al interior de las instituciones educativas.

Manuel Donado solano
    







 

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