martes, 21 de junio de 2011

EL ENFOQUE GENEALÓGICO: UNA PERSPECTIVA DESDE LO INADVERTIDO Y EL CAOS.

"El historiador no debe temer a las mezquindades,
  pues fue de mezquindad en mezquindad, de peque-
  ñez en pequeñez, que finalmente se formaron las  
  grandes cosas"
Michel Foucault; La verdad y las formas jurídicas.


Este modesto trabajo se traza como norte, reflexionar muy someramente acerca de lo que en la obra de Michel Foucault corresponde al denominado enfoque genealógico, y mas concretamente a la importancia capital que éste adquiere en función del análisis histórico; derivándose aquí una relación a la que denominaría como umbilical entre genealogía e historia.
Para esto, dividiré el trabajo temáticamente en dos puntos, a saber:
a) La genealogía: Una visión desde la procedencia. 
b) El enfoque genealógico en el sentido histórico o la historia efectiva. 


I. La Genealogía: Una génesis de la procedencia.
En el primer texto de la "Micro física del poder", conocido con el título de "Nietzsche, la genealogía y la historia", donde a la luz del pensamiento nietzscheano, Foucault despliega su análisis teórico sobre los rasgos esenciales que identifican o caracterizan a la genealogía, cobra gran relevancia y significación los agudos planteamientos del filósofo francés sobre la tarea que concierne a la genealogía, en el sentido de que "ella debe percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona; encontrándolos allí donde menos se espera y en aquello que pasa por desapercibido por no tener nada de historia; captar su retorno, pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para encontrar las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles" (Michel Foucault; Nietzsche, la genealogía y la historia. Pag. 7. Editorial La Piqueta)

Si nos atenemos como referencia obligada a la cita textual arriba esbozada, indudablemente que nos iremos adentrarnos en un enfoque que ve en el devenir histórico un "proceso" caótico, informe, sujeto a las cambiantes relaciones de fuerzas ciegas que de ninguna manera obedecen a supuestos fines racionales o teleológicos; o vistos como metas en las que se han de consumar los hechos, obedeciendo a un orden lineal.
Ahora bien, nada mas ajeno a todo esto, que el enfoque genealógico; y adquiere esa característica por constituirse en la antítesis de esa visión trascendental de la historia donde aquellos hechos o sucesos rotulados como "nimios", dispersos y de poca monta al momento de explicar o dar sentido a importantes episodios o procesos en el enfoque histórico tradicional, son dejados de lado u omitidos por no encuadrarse en la continuidad o el grado de evolución  que la concepción teleológica ve en ellos su camino hacia un estadio de la civilización ya prescrito por la sacro santa razón.  

Es de gran importancia para el cometido de una cabal comprensión del pensamiento de Foucault sobre este tópico, traer a colación su aseveración en el sentido de que "la genealogía no se opone a la historia como la visión altiva y profunda del filósofo, no se opone a la mirada de topo del sabio; se opone por el contrario, al desplazamiento metahistórico de las significaciones ideales y de las indefinidas teleológicas, se opone a la búsqueda del origen. (Foucault. Pag. 8 Op. Cit).

Lo antes mencionado, nos da una idea clara de cuales son los contradictores con los que ha de vérselas en éste complejo escenario, en el cual, la genealogía desmitificará la falsa creencia de la existencia de un fundamento originario donde hallaríamos la génesis primigenia del pensamiento occidental y todo su sentido que ha obedecido a los intereses que en un determinado momento prevalezcan, pero que quieren envolverlos en el ropaje de una idea superior.

Entonces, ¿a que queremos llegar al ser tan reiterativos en lo que atañe a la característica fundamental que en el campo histórico presenta el enfoque genealógico?
A que analicemos con meridiana claridad que al quedar excluida la concepción histórica tradicional de la finalidad teolológica, derivada de una razón trascendente enmarcada también en la relación causa-efecto, lo que entonces salta a la vista de manera luminosa y sólida, es aquella concepción que cifrará en la historia, no ya una relación de sentido sino de fuerza, de luchas encarnizadas; de ascensos, de giros bruscos y súbitos.
En este sentido, sería más que pertinente traer a colación, para una mayor claridad acerca del enfoque de Foucault sobre este tópico, lo que dice el profesor Jean Paúl Margot en su excelso trabajo, "Genealogía y poder", que hace parte de la compilación: "Nietzsche, 150 años": "El enfoque genealógico es, pues, ante todo una forma de historia entendida ya no como relación de sentido sino como relación de poder, una historia donde las fuerzas que están en juego aparecen sobre el horizonte siempre aleatorio y singular del acontecimiento" (Jean Paúl Margot, "Genealogía y Poder" Pag. 216-217, en "Nietzsche 150 años. Compilación. Univalle).

A estas alturas, en este modesto trabajo, creo, ha llegado el momento de hacernos el siguiente interrogante: ¿En qué fuentes bebió realmente Foucault antes de echar a andar en el campo de la historia su enfoque genealógico?
Para una respuesta más certera, me apoyaré textualmente en lo que dice el profesor Luis Antonio Restrepo en el texto: Michel Foucault y la historia", inserto en el libro "Pensar la historia", del mismo autor. Pero veamos lo que dice: "él, (Foucault), no hace historia tradicional, pero tampoco pretende haber sacado de la nada su concepción, fue precedido por pensadores que cuestionaron la historia tradicional: Nietzsche, Marx, Bachelard, Canguilhem. Hace referencia a la historia tal como lo hace F. Braudel, remitiendo así a la escuela de Anales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch" (Luis Antonio Restrepo; Pensar la historia". Pag. 179. Editorial Percepción. Medellin)
Pero más adelante, el mismo autor llega aún más lejos al anotar: "Sin duda, la tesis de Foucault no es fácil de asimilar por aquellos que siguen prisioneros de una forma de pensar la historia desde la perspectiva de la evolución, la linealidad y la conciencia. Marx y Nietzsche. Cada uno por su propio camino cuestionaron irreversiblemente la soberanía de la conciencia (la subjetividad constituyente) en el ámbito de la historia. Para Foucault, fue Nietzsche el que se atrevió a llegar más lejos en este cuestionario" (Ibidem, pag. 182).

Es así como podemos ver según Foucault, que fue la genealogía nietzscheana la que removió, hurgó y puso de manifiesto, develando en las pequeñas cosas que otros no habían advertido, facetas desconocidas o historias ocultas que sustentan la irrupción o emergencia de fenómenos o episodios significativos en la historia.
Ahora, ¿por qué Foucault no podía estar de acuerdo con el enfoque que sobre la historia tenía Marx?
Si bien es cierto que Marx concebía la lucha de clases, la oposición de los contrarios; lo mismo que el papel de la fuerza y la violencia en los cambios durante el proceso histórico, éste asignaba un papel fundamental y casi en absoluto determinante a la base económica; de lo cual, como corolario, derivaba casi todo lo demás.
Según Foucault, aquí se estaría llevando nuevamente el enfoque histórico al punto o a la concepción metafísica. Lo mismo podríamos decir de la clasificación del devenir histórico en estadios mas o menos fijos con idénticas características de este espacio temporal y definir al socialismo y el comunismo como los estadios absolutos a los que tiende el género humano.
Acaso no da la razón a este enfoque genealógico lo que se ha patentizado con el derrumbamiento del campo socialista como es el resurgimiento de encarnizados conflictos de tinte nacionalista, étnicos y religiosos y de otros grandes segmentos de población que reivindican distintas opciones de vida buena?
O será que "el verdadero sentido histórico reconoce que vivimos, sin referencias ni coordenadas originarias, en miríadas de sucesos perdidos" (Foucault; Nietzsche, la genealogía y la historia. Pag. 21).
Aquí nunca encontraremos un origen predeterminado, ni en lo histórico unas metas o estadios fijados de antemano por esa conciencia legisladora.

II. El enfoque genealógico en "el sentido histórico" o "la historia efectiva.
En la perspectiva nietzscheana, Foucault da capital importancia a la denominada "Wirkliche historie" (historia efectiva) o el "sentido histórico", como forma de sustraerlo del punto de vista suprahistórico o matafísico. Aquí se reintroduce en el devenir histórico cotidiano, todo aquello que se consideraba inmortal en el hombre.
Esta óptica nos colocará desde un ángulo privilegiado o una perspectiva desde la cual el hombre se concebirá como el producto de una lucha constante, de fuerzas cruzadas y donde muy difícilmente podremos reconocernos como una identidad indisoluble; mostrándonos en ella un aparente origen único.
Esta misma concepción del sujeto, se hace extensiva en otro plano a los diversos sucesos y episodios dispersos y discontinuos a los que la historia tradicional con frecuencia omite o mira de soslayo por no encajar en el ciclo ordenado de los grandes fines o metas.

En una palabra, según Foucault, "la historia efectiva, por el contrario, mira mas cerca -sobre el cuerpo, el sistema nervioso, los alimentos, la digestión, las energías- revuelve en las decadencias; y si afronta las viejas épocas, es con la sospecha no rencorosa sino divertida, de un ronroneo bárbaro e inconfesable" (Foucault. Op. Cit. Pag. 21)  

Es fundamental tener en cuenta también que Foucault muestra como Nietzsche opuso a la historia tradicional la historia efectiva o sentido histórico: "El sentido histórico tiene tres usos que se oponen término a término a las tres modalidades platónicas de hacer historia. Una es el uso paródico y destructor de la realidad que se opone al tema de la historia reminiscencia o reconocimiento; el otro es el disociativo y destructor de verdad que se opone a la historia-continuidad; el tercero es el uso sacrifical y destructor de verdad que se opone a la historia-conocimiento" (Op. Cit. Pag. 25)

En Foucault encontramos en contraposición a esa concepción teleológica y tradicional, la noción de ruptura, de discontinuidad que se sustrae a la pretendida homogenización de características mas o menos fijas e inmutables y peculiares de cada época; que es a lo que él denominó una historia global, cuyas limitaciones se hacían evidentes al tratar de explicar la la simultaneidad de episodios o sucesos.
Pero dejemos que sea el propio filósofo francés quien en la introducción de su obra "La Arqueología del Saber", nos ilustre en qué consisten estos dos enfoques: "el proyecto de una historia global, es el que trata de restituir la forma de conjunto de una civilización, el principio material o espiritual de una sociedad, la significación común a todos los fenómenos de un período, la ley que cuenta de su cohesión, lo que se llama metafóricamente el "rostro de la época" (Foucault; La Arqueología del Saber". Pag. 15. Ed. SigloXXI)

Aquí encontramos esa visión metafísica por excelencia, en la cual los llamados espacios, lapsos o períodos históricos condicionan mecánicamente la totalidad de episodios y acontecimientos circunscritos a esa especificidad espacio-temporal con características propias de ese estado de evolución histórica.
A esta concepción metafísica le es totalmente ajena la idea de ruptura, discontinuidad en el sentido de singularidades dislocadoras que rompen la esquematización tradicional de causa-efecto que es prototipica de esa visión que pretende articular la historia en grandes unidades.
Ante esta limitación de la historia global, Foucault plantea la posibilidad de una historia general que atribuya la importancia y el sentido a toda esa diversidad de hechos y sucesos, desfaces, cortes abruptos y en contravía que la historia tradicional ha echado a un lado.

Pero el problema que se plantea a esta historia general que desplegaría el espacio de la dispersión, sería el de establecer la forma de relación legítimamente descrita entre lo heterogéneo de todas estas singularidades; qué sistema vertical son capaces de formar; y cual es, de unas a otras, el juego de las correlaciones y de las dominantes" (Ibidem, Pag. 16)

Ponencia presentada al profesor Jean Paúl Margot en el seminario sobre Foucault, durante la maestría en Etica y filosofía Política, mediante el convenio Univalle y Uninorte. 1997. Barranquilla





 
  



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