sábado, 16 de abril de 2011

NOCTURNAL

Sólo sé que salía en las noches en que echábamos de menos el sueño; en esas noches de incorregibles juegos en la placita o en el mejor de los casos en el callejón. ¿Te acuerdas, Patricia?, de esa muchachita macilenta que no quería saber nada de las planas que le ponía el profesor y se iba siempre con  su muñequita de peluche a vernos jugar hasta el cansancio?.
Si, todavía te recuerdo así de flaquita con tus trenzas y descalza gritando: ´´Gane! Gane!  Y de Ricardo ( bueno aunque el pobre ya murió), a quien todos temíamos al momento de burlar?. Aquel negrito rollizo que soñó con ser boxeador y siempre enrollaba trapos en sus manos  para golpear los arboles, y los dejaba en paz hasta que sentía haberse descompuesto alguna mano. Si, el mismo que se mató con una sobre dosis de heroína porque nunca la vio y el quería despedazarla y no se quien le dijo que inyectándose la vería después de doce de la noche en los arrabales, que era donde la veían salir  y regresar muy desconsolada  en la madrugada; gritando mas que nunca con su cara pálida; sus ojos desorbitados, sus labios exangües y su larga cabellera enmarañada.
Si, ella fue el trauma de Ricardo; hasta los veinte años no hacia más que recorrer el pueblo todas las noches, llamándola, gritándole procacidades. Ahora veo  que de nada sirvió que todos lo cogiéramos a la fuerza para que lo internaran en el hospital mental.
Y de Rojitas, te acuerdas del cabezón?, el que siempre se hacia la leva para ir a cazar palomas con la carabina de diablos que le mandó un tío desde la capital. Si, el mismo que durante las interminables noches reventaba los faroles del alumbrado publico y en el peor de los casos, le provocó un infarto al profesor cuando mato el loro que había en el colegio.
Aquel lorito que repetía la cartilla de cartón  y recitaba el padre nuestro al pie de la letra.
Pero todo vino cuando mostró el boletín en su casa y su padre vio que la cantidad de rojos era alarmante y decidió confiscarle la carabina y ponerlo a dormir en el patio para que lo asustara la llorona. Eso basto para que Rojitas se alistara en el ejercicio durante dos años y a su regreso se dedicara a recoger dinero entre la población para hacerse encargar una enorme  bazuca con proyectiles atómicos y así exterminar al invisible espectro que aun lo perseguía. Fue un domingo de ramos cuando hizo los preparativos; trazó las coordenadas, apuntó hacia la espesa montaña, y vestido como todo un general, marchaba de un extremo a otro, hablando solo y cantando la Marsellesa. Hasta que apareció una patrulla del ejército requerida por el alcalde, pero Rejillas seguía obstinado en disparar el mortífero proyectil. Todo fue inútil, desobedeció las órdenes que le transmitía el oficial a través de un megáfono y no tuvieron más remedio que darle de baja.
El pobre Rojillas fue enterrado ese lunes con todos los honores militares.En su casa aun se exhibe el uniforme robado a un general, la gigantesca bazuca que a simple vista amenaza con vomitar terribles fogonazos, y en una urna de cristal, el hermoso proyectil atómico, capaz de arrasar una ciudad entera.

Manuel Donado Solano.
Pertenece al volumen de cuentos inéditos: “En Torno a una rara Espera”

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