"A la memoria de Orlando Yance Pérez y Germán Pinzón Esquivel, en los umbrales de la eternidad"
La muerte, desde ya, me augura el más cruel de los silencios. Ya no habrá pasos sobre el follaje, ni voces insidiosas ni canículas que reverberen los abismos del alma.
Pero más doloroso aún, es saberse ignorado el desconsolado lamento de una madre sencilla y buena o la queja transhumante de un amigo sincero.
Y así pase el tiempo, los domingos tratarán vanamente de reconciliarme con ese conciliábulo de lágrimas y ruegos; del llanto incontenible que se disipará como una voz en el profundo mutismo de una casa abandonada, o del pétalo que se deshace a la sombra de un epitafio que ya nadie recuerda.
Manuel Donado Solano
Este texto hace parte del libro "De los naufragios del Alma y otros Infortunios"
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