sábado, 25 de junio de 2011

EULALIA (Texto breve)

Muchas veces, mediante artificios, he querido llegar a las cosas que amo. No ha sido, ni es mi estilo, pero la adversidad es quien impone las reglas del juego.
Todos en la cuadra saben que amo a Eulalia de manera especial; que sobrellevo con apacible cariño su sordera y que venero esos momentos en que es presa de la histeria. Tampoco miento si digo que su peculiar locura me reconforta y fue lo que obligó a pedir su mano.
Ojalá todos pudieran observar la tenue dulzura que se apodera de ella durante las crisis. Indudablemente que ella ha sido la brida a ese diablo que llevo por dentro. Pero a quienes si temo es a los cuerdos. Nunca he podido soportar el temor que infunde la neurosis de ese profesor que cree hacer respetar la clase; ni el riguroso veto de los mayores a las cándidas travesuras de los niños. Todo eso lo padecí hasta el suplicio y por eso esquivo a mis congéneres.

En cambio en Eulalia festejo con gran alborozo que nunca he visto un viso de hipocresía en sus hermosos ojos negros y esa insondable tristeza que esconde tras sus pupilas.
Innegablemente que todo eso es un signo inequívoco de calor humano. Es por eso que Eulalia ha llegado a copar tanto mi existencia, que durante un buen tiempo he vivido a su lado en las clínicas. Por ratos hemos domesticado la locura y ella sin contratiempos ha aceptado mi lucidez.

Ahora, cuando asoma un Diciembre esplendoroso, espero viajar a la capital para unirme a ella en el Hospital Mental. Ojalá haya superado la que parecía la peor de sus crisis, y así poderla sacar a pasear para que sienta ese dejo de nostalgia y alegría de una brisa socarrona y loca.

Este texto hace pertenece al libro "De Los Naufragios del Alma y Otros Infortunios"

martes, 21 de junio de 2011

EL ENFOQUE GENEALÓGICO: UNA PERSPECTIVA DESDE LO INADVERTIDO Y EL CAOS.

"El historiador no debe temer a las mezquindades,
  pues fue de mezquindad en mezquindad, de peque-
  ñez en pequeñez, que finalmente se formaron las  
  grandes cosas"
Michel Foucault; La verdad y las formas jurídicas.


Este modesto trabajo se traza como norte, reflexionar muy someramente acerca de lo que en la obra de Michel Foucault corresponde al denominado enfoque genealógico, y mas concretamente a la importancia capital que éste adquiere en función del análisis histórico; derivándose aquí una relación a la que denominaría como umbilical entre genealogía e historia.
Para esto, dividiré el trabajo temáticamente en dos puntos, a saber:
a) La genealogía: Una visión desde la procedencia. 
b) El enfoque genealógico en el sentido histórico o la historia efectiva. 


I. La Genealogía: Una génesis de la procedencia.
En el primer texto de la "Micro física del poder", conocido con el título de "Nietzsche, la genealogía y la historia", donde a la luz del pensamiento nietzscheano, Foucault despliega su análisis teórico sobre los rasgos esenciales que identifican o caracterizan a la genealogía, cobra gran relevancia y significación los agudos planteamientos del filósofo francés sobre la tarea que concierne a la genealogía, en el sentido de que "ella debe percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona; encontrándolos allí donde menos se espera y en aquello que pasa por desapercibido por no tener nada de historia; captar su retorno, pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para encontrar las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles" (Michel Foucault; Nietzsche, la genealogía y la historia. Pag. 7. Editorial La Piqueta)

Si nos atenemos como referencia obligada a la cita textual arriba esbozada, indudablemente que nos iremos adentrarnos en un enfoque que ve en el devenir histórico un "proceso" caótico, informe, sujeto a las cambiantes relaciones de fuerzas ciegas que de ninguna manera obedecen a supuestos fines racionales o teleológicos; o vistos como metas en las que se han de consumar los hechos, obedeciendo a un orden lineal.
Ahora bien, nada mas ajeno a todo esto, que el enfoque genealógico; y adquiere esa característica por constituirse en la antítesis de esa visión trascendental de la historia donde aquellos hechos o sucesos rotulados como "nimios", dispersos y de poca monta al momento de explicar o dar sentido a importantes episodios o procesos en el enfoque histórico tradicional, son dejados de lado u omitidos por no encuadrarse en la continuidad o el grado de evolución  que la concepción teleológica ve en ellos su camino hacia un estadio de la civilización ya prescrito por la sacro santa razón.  

Es de gran importancia para el cometido de una cabal comprensión del pensamiento de Foucault sobre este tópico, traer a colación su aseveración en el sentido de que "la genealogía no se opone a la historia como la visión altiva y profunda del filósofo, no se opone a la mirada de topo del sabio; se opone por el contrario, al desplazamiento metahistórico de las significaciones ideales y de las indefinidas teleológicas, se opone a la búsqueda del origen. (Foucault. Pag. 8 Op. Cit).

Lo antes mencionado, nos da una idea clara de cuales son los contradictores con los que ha de vérselas en éste complejo escenario, en el cual, la genealogía desmitificará la falsa creencia de la existencia de un fundamento originario donde hallaríamos la génesis primigenia del pensamiento occidental y todo su sentido que ha obedecido a los intereses que en un determinado momento prevalezcan, pero que quieren envolverlos en el ropaje de una idea superior.

Entonces, ¿a que queremos llegar al ser tan reiterativos en lo que atañe a la característica fundamental que en el campo histórico presenta el enfoque genealógico?
A que analicemos con meridiana claridad que al quedar excluida la concepción histórica tradicional de la finalidad teolológica, derivada de una razón trascendente enmarcada también en la relación causa-efecto, lo que entonces salta a la vista de manera luminosa y sólida, es aquella concepción que cifrará en la historia, no ya una relación de sentido sino de fuerza, de luchas encarnizadas; de ascensos, de giros bruscos y súbitos.
En este sentido, sería más que pertinente traer a colación, para una mayor claridad acerca del enfoque de Foucault sobre este tópico, lo que dice el profesor Jean Paúl Margot en su excelso trabajo, "Genealogía y poder", que hace parte de la compilación: "Nietzsche, 150 años": "El enfoque genealógico es, pues, ante todo una forma de historia entendida ya no como relación de sentido sino como relación de poder, una historia donde las fuerzas que están en juego aparecen sobre el horizonte siempre aleatorio y singular del acontecimiento" (Jean Paúl Margot, "Genealogía y Poder" Pag. 216-217, en "Nietzsche 150 años. Compilación. Univalle).

A estas alturas, en este modesto trabajo, creo, ha llegado el momento de hacernos el siguiente interrogante: ¿En qué fuentes bebió realmente Foucault antes de echar a andar en el campo de la historia su enfoque genealógico?
Para una respuesta más certera, me apoyaré textualmente en lo que dice el profesor Luis Antonio Restrepo en el texto: Michel Foucault y la historia", inserto en el libro "Pensar la historia", del mismo autor. Pero veamos lo que dice: "él, (Foucault), no hace historia tradicional, pero tampoco pretende haber sacado de la nada su concepción, fue precedido por pensadores que cuestionaron la historia tradicional: Nietzsche, Marx, Bachelard, Canguilhem. Hace referencia a la historia tal como lo hace F. Braudel, remitiendo así a la escuela de Anales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch" (Luis Antonio Restrepo; Pensar la historia". Pag. 179. Editorial Percepción. Medellin)
Pero más adelante, el mismo autor llega aún más lejos al anotar: "Sin duda, la tesis de Foucault no es fácil de asimilar por aquellos que siguen prisioneros de una forma de pensar la historia desde la perspectiva de la evolución, la linealidad y la conciencia. Marx y Nietzsche. Cada uno por su propio camino cuestionaron irreversiblemente la soberanía de la conciencia (la subjetividad constituyente) en el ámbito de la historia. Para Foucault, fue Nietzsche el que se atrevió a llegar más lejos en este cuestionario" (Ibidem, pag. 182).

Es así como podemos ver según Foucault, que fue la genealogía nietzscheana la que removió, hurgó y puso de manifiesto, develando en las pequeñas cosas que otros no habían advertido, facetas desconocidas o historias ocultas que sustentan la irrupción o emergencia de fenómenos o episodios significativos en la historia.
Ahora, ¿por qué Foucault no podía estar de acuerdo con el enfoque que sobre la historia tenía Marx?
Si bien es cierto que Marx concebía la lucha de clases, la oposición de los contrarios; lo mismo que el papel de la fuerza y la violencia en los cambios durante el proceso histórico, éste asignaba un papel fundamental y casi en absoluto determinante a la base económica; de lo cual, como corolario, derivaba casi todo lo demás.
Según Foucault, aquí se estaría llevando nuevamente el enfoque histórico al punto o a la concepción metafísica. Lo mismo podríamos decir de la clasificación del devenir histórico en estadios mas o menos fijos con idénticas características de este espacio temporal y definir al socialismo y el comunismo como los estadios absolutos a los que tiende el género humano.
Acaso no da la razón a este enfoque genealógico lo que se ha patentizado con el derrumbamiento del campo socialista como es el resurgimiento de encarnizados conflictos de tinte nacionalista, étnicos y religiosos y de otros grandes segmentos de población que reivindican distintas opciones de vida buena?
O será que "el verdadero sentido histórico reconoce que vivimos, sin referencias ni coordenadas originarias, en miríadas de sucesos perdidos" (Foucault; Nietzsche, la genealogía y la historia. Pag. 21).
Aquí nunca encontraremos un origen predeterminado, ni en lo histórico unas metas o estadios fijados de antemano por esa conciencia legisladora.

II. El enfoque genealógico en "el sentido histórico" o "la historia efectiva.
En la perspectiva nietzscheana, Foucault da capital importancia a la denominada "Wirkliche historie" (historia efectiva) o el "sentido histórico", como forma de sustraerlo del punto de vista suprahistórico o matafísico. Aquí se reintroduce en el devenir histórico cotidiano, todo aquello que se consideraba inmortal en el hombre.
Esta óptica nos colocará desde un ángulo privilegiado o una perspectiva desde la cual el hombre se concebirá como el producto de una lucha constante, de fuerzas cruzadas y donde muy difícilmente podremos reconocernos como una identidad indisoluble; mostrándonos en ella un aparente origen único.
Esta misma concepción del sujeto, se hace extensiva en otro plano a los diversos sucesos y episodios dispersos y discontinuos a los que la historia tradicional con frecuencia omite o mira de soslayo por no encajar en el ciclo ordenado de los grandes fines o metas.

En una palabra, según Foucault, "la historia efectiva, por el contrario, mira mas cerca -sobre el cuerpo, el sistema nervioso, los alimentos, la digestión, las energías- revuelve en las decadencias; y si afronta las viejas épocas, es con la sospecha no rencorosa sino divertida, de un ronroneo bárbaro e inconfesable" (Foucault. Op. Cit. Pag. 21)  

Es fundamental tener en cuenta también que Foucault muestra como Nietzsche opuso a la historia tradicional la historia efectiva o sentido histórico: "El sentido histórico tiene tres usos que se oponen término a término a las tres modalidades platónicas de hacer historia. Una es el uso paródico y destructor de la realidad que se opone al tema de la historia reminiscencia o reconocimiento; el otro es el disociativo y destructor de verdad que se opone a la historia-continuidad; el tercero es el uso sacrifical y destructor de verdad que se opone a la historia-conocimiento" (Op. Cit. Pag. 25)

En Foucault encontramos en contraposición a esa concepción teleológica y tradicional, la noción de ruptura, de discontinuidad que se sustrae a la pretendida homogenización de características mas o menos fijas e inmutables y peculiares de cada época; que es a lo que él denominó una historia global, cuyas limitaciones se hacían evidentes al tratar de explicar la la simultaneidad de episodios o sucesos.
Pero dejemos que sea el propio filósofo francés quien en la introducción de su obra "La Arqueología del Saber", nos ilustre en qué consisten estos dos enfoques: "el proyecto de una historia global, es el que trata de restituir la forma de conjunto de una civilización, el principio material o espiritual de una sociedad, la significación común a todos los fenómenos de un período, la ley que cuenta de su cohesión, lo que se llama metafóricamente el "rostro de la época" (Foucault; La Arqueología del Saber". Pag. 15. Ed. SigloXXI)

Aquí encontramos esa visión metafísica por excelencia, en la cual los llamados espacios, lapsos o períodos históricos condicionan mecánicamente la totalidad de episodios y acontecimientos circunscritos a esa especificidad espacio-temporal con características propias de ese estado de evolución histórica.
A esta concepción metafísica le es totalmente ajena la idea de ruptura, discontinuidad en el sentido de singularidades dislocadoras que rompen la esquematización tradicional de causa-efecto que es prototipica de esa visión que pretende articular la historia en grandes unidades.
Ante esta limitación de la historia global, Foucault plantea la posibilidad de una historia general que atribuya la importancia y el sentido a toda esa diversidad de hechos y sucesos, desfaces, cortes abruptos y en contravía que la historia tradicional ha echado a un lado.

Pero el problema que se plantea a esta historia general que desplegaría el espacio de la dispersión, sería el de establecer la forma de relación legítimamente descrita entre lo heterogéneo de todas estas singularidades; qué sistema vertical son capaces de formar; y cual es, de unas a otras, el juego de las correlaciones y de las dominantes" (Ibidem, Pag. 16)

Ponencia presentada al profesor Jean Paúl Margot en el seminario sobre Foucault, durante la maestría en Etica y filosofía Política, mediante el convenio Univalle y Uninorte. 1997. Barranquilla





 
  



domingo, 19 de junio de 2011

HUMANIZAR LA GUERRA O INSTAURAR LA PAZ: A PROPÓSITO DE LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO PACTO FUNDADO EN UNA PAZ POSITIVA COMO GARANTÍA REAL Y EFECTIVA DE CONVIVENCIA PACIFICA

1. Introito. Resulta a todas luces evidente y algo incontrovertible que el actual estancamiento que presenta el conflicto armado interno caracterizado por la violencia generalizada contra la población civil y acciones de un alto grado de sevicia y degradación en las acciones de los bandos contendientes, se retroalimenta permanentemente en el mutuo proceso de desligitimación, lo cual ha dado cabida a que el Estado, asumiendo marcados ribetes autoritarios, se abrogue el derecho a emprender una guerra de exterminio contra quien considera como un enemigo ilegitimo; y a la guerrilla, a emplear una violencia de respuesta contra un 'establecimiento' al que no le atribuye legitimidad alguna, ante lo cual se yergue como un imperativo la humanización de la contienda armada mediante el control ético de la misma e impida la barbarie, contribuyendo de esta manera a que se genere un clima de confianza que facilite un acercamiento de las partes enfrentadas que permita la apertura de espacios que sienten las bases de un futuro acercamiento y así se inicie un proceso de paz.

Pero cabría preguntarnos, ¿es esto suficiente por sí sólo para alcanzar una paz estable u duradera?  Creo que no, sino va acompañado por la instauración a traves de acuerdos y consensos de un pacto que permita sentar las bases que le devuelvan al Estado una auténtica legitimidad mediante el reconocimiento real y eficaz de los derechos fundamentales a través de la implementación desde el orden legislativo de políticas de alto contenido de justicia social y la salvaguarda de un espacio público de amplio espectro democrático desde el cual los ciudadanos mediante procesos deliberativos puedan dirimir sus controversias políticas e ideológicas.

2. Desarrollo. 
Desde mediados de la centuria pasada, en nuestro país, desafortunadamente el conflicto entre sectores que oponen sus visiones sobre el papel del Estado y las políticas a seguir, se ha tornado en un enfrentamiento armado que ha traído como consecuencia una violencia caracterizada por la degradación y los más despiadados actos de sevicia, por parte de la guerrilla así como de las fuerzas armadas del Estado y del llamado para-militarismo, amparado hoy bajo el rótulo de bandas criminales(Bacrim).
Actualmente, este estado de cosas, presenta como denominador común un marcado énfasis en la renuencia por parte del Estado a ver a los integrantes de la guerrilla como sujetos de derechos con un estatus político que legitime su accionar sino como a terroristas equiparados a la categoría de enemigos internos, derivando esto en la criminalización de la guerra como mecanismo expedito que permita emprender una guerra de exterminio(bellum punitivum) que logre someterlos militarmente y así restablecer el 'orden' y la paz.

De lo arriba expuesto, resulta a todas luces evidente su emparentamiento, tomando como referente la concepción schmittiana, con una especie de declaración de hostis, "esto es en la definición del enemigo interno, su expulsión de la comunidad de paz y la definición de medidas para su enfrentamiento, a fin de lograr la pacificación del territorio y el mantenimiento de la paz, la seguridad y el orden" (Mejía Quintana Oscar, Estado autoritario y democracia radical en América latina. Elementos para un marco de interpretación teórica. pag. 5)
Concebir la política bajo los derroteros de la concepción anteriormente analizada, nos conducirá fácilmente a instaurar un Estado fundado, además de las relaciones de poder, en el fraude, el despotismo y la arbitrariedad con tal de garantizar su supervivencia y seguridad. La supremacía de las razones de Estado y su defensa, avalarían incluso, actos y conductas inmorales; plasmadas en los procedimientos más crueles y reprobables con tal de preservar 'el orden' y el establecimiento institucional.
Sin temor a equivoco alguno podemos aseverar que lo anterior se fundamenta en la omisión o el desconocimiento de la necesidad de una valoración ética de la política y por ende de la guerra, lo cual nos llevaría inevitablemente al más descarado belicismo que de una u otra manera estimularía el advenimiento de una desbocada espiral de violencia signada por la descomposición y la barbarie, haciendo más intensos los odios y clausurando cualquier intento de crear puentes de comunicación entre los bandos en contienda, haciendo más remoto el advenimiento de la paz, con las más nefastas consecuencias tanto para los combatientes como para la población civil ajena a la confrontación armada.

Lo inconcebible de la anterior concepción, radica en creer que la profundización del conflicto a cualquier costo y sin reparo alguno en normas éticas, evitaría su prolongación en el tiempo y entraríamos en una solución rápida del mismo, ya que según ésta lógica, una victoria militar aplastante e inobjetable, dejaría al enemigo en la obligación de someterse a las condiciones impuestas por el vencedor y supuestamente esto daría paso al advenimiento de una paz estable.
En este orden de ideas, se hace necesario no pasar por alto que llegado el caso de emprender una guerra con el argumento de combatir estados injustos de dominación despótica donde se violen de manera flagrante los derechos fundamentales y con ellos valores esenciales como la autonomía y la dignidad humana, desde ningún punto de vista esto daría pie para echar mano de toda clase de medios o acciones con tal de justificar esos fines.
Aquí sería pertinente traer a colación la preocupación que en su tiempo asistía a Alberico Gentili, quien en su obra Comentario de jure belli, se preguntaba "si lo que le confería el carácter de justo a una confrontación bélica habría de buscarse en la causa o mas bien en los medios y métodos de lucha" (Del Vecchio Giorgio, El Derecho Internacional y la paz. Pag. 102. Bosch. Barcelona 1959).

Después de analizar los aspectos anteriormente expuestos, se hacen evidentes los problemas de concepciones que justifican el papel instrumental de la violencia en su relación con lo político como bien lo expresa Ana Arendt, en el sentido de la necesidad de la violencia como algo connatural al ejercicio del poder para poder sostenerse. Pero veamos textualmente lo que dice: "el poder debe sostenerse siempre en una marea obscena de violencia, el espacio político nunca es puro sino que presupone cierta disposición de confianza en la violencia pre política" ( Slavoj Zizek, La violencia como síntoma en la suspensión política de la ética, Pag. 169-217 Buenos Aires. Tomado de Mejía Quintana Op. Cit. Pag.).
Ahora bien, no hay que olvidar que en la guerra no se puede refrendar la entronización de la sevicia y el terror, sino que prima la exigencia de "que esta practica peculiar de la interacción humana se amolde a una idea superior de humanidad, que abarca los ideales mas elevados de civilización, convivencia y solidaridad. La humanidad funciona en este caso como ideal prescriptivo, más que como una noción descriptiva" (Papacchini Angelo, Los Derechos Humanos, Un Desafío a la Violencia. Pag. 388.Editorial Altamir. Bogotá)

Nadie pondría en duda la importancia que tiene la humanización de la guerra, sustentada en el reconocimiento del otro y la mutua aceptación como sujetos portadores de derechos aun en medio de la confrontación armada como estrategia de paz válida que permita una solución política al conflicto armado en nuestro país.
Podría terminar diciendo que en las actuales condiciones por las que atraviesa el país, es un equívoco plantear la humanización de la guerra y la instauración de la paz como conceptos antinómicos en el sentido de creer que son excluyentes entre sí, ya que la puesta en práctica de la primera,  prepara el advenimiento de
 la segunda.  


 

sábado, 18 de junio de 2011

LA LEY DE JUSTICIA Y PAZ: UN INTENTO DE APROXIMACIÓN DESDE LA CONCEPCIÓN HOBBESIANA DEL ESTADO Y LA PAZ.

AUTORES:  lic. MANUEL DONADO, Dr.DANIEL BENAVIDES  Dr.CARLOS GUTIERREZ.
Apartes de la ponencia presentada al Doctor Oscar Mejía Quintana en la Maestría Filosofía del Derecho de la Universidad Libre de Colombia. Bogotá. 2010.


La existencia de una situación de agresiones y violencia generalizada entre grupos de poder, que ha desdibujado al Estado en su función esencial como garante de la vida, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, haciéndolo entrar en ésta dinámica perversa de enfrentamiento y confrontación en su intento por deslegitimar y descalificar a sus contendientes y arrogarse él la verdadera y auténtica legitimidad.
Ante esta situación, se yergue como un imperativo, la instauración de un pacto como dispositivo expedito desde el cual se estructuren acuerdos o consensos entre los implicados en el conflicto armado interno y otros sectores de la sociedad que permitan sentar las bases que le devuelvan al Estado una auténtica legitimidad al garantizarle a sus asociados la vida, la paz y el bienestar, así como la salvaguarda de un espacio público desde el cual los ciudadanos puedan dirimir sus controversias políticas e ideológicas sin necesidad de recurrir  al recurso de las armas y el terror.

Teniendo en cuenta el tenor de las ideas arriba expuestas, se hace pertinente preguntarnos: ¿garantiza efectivamente el Estado colombiano a través de la Ley de justicia, la vida, el bienestar y paz de los colombianos?

Es indudable que en el modelo hobbesiano, debemos partir del hecho de la necesidad de un Estado o poder común que es quien monopoliza el uso de la violencia y debe garantizar la paz, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. En efecto, el estado de naturaleza en la teoría contractualista hobbesiana se caracteriza por un enfrentamiento de todos contra todos. En esta situación, como no existe nada que sea justo o injusto, ilegitimo o legitimo, según Hobbes, todo el que en ésta posición se adjudique la bondad total, en contra de la maldad de los otros mediante su satanización, contribuye a la intensificación del conflicto. El pacto significa principalmente el reconocimiento del poder coactivo del Estado como el único legítimo y puede también significar, como consecuencia, la inauguración de un proceso en el cual los pactos y no la violencia sean el signo de las relaciones humanas en el ámbito público a través de la instauración de un orden.

Cuando Hobbes apunta a lo que es el Estado, lo ve con un poder tal que es capaz de mantener la paz y brindar seguridad, pero la gestación de ese poder, su legitimidad, es el consenso producido por el pacto. La seguridad no está en que la amenaza de coacción sea tal que a todos los atemorice y disuada de la guerra, sino, además, en el convencimiento de los mismos actores enfrentados de que es inútil la guerra y que esa dinámica continuará si se sigue con la pretensión de que la legitimidad se consigue por la imposición de ésta última a todos los demás y se reconoce por consiguiente a la fuerza del Estado como la única legítima.
Entonces, como según esta concepción el Estado recibió el mandato de buscar la paz, la seguridad y el bienestar de los asociados, debe utilizar todos los medios que estime pertinentes, sin limitación alguna, para la consecución de dichos fines, ya que son parte sustancial de su esencia.

En todo este orden de ideas, y para una mayor comprensión del norte hacia el cual apunta este breve esbozo, se hace necesario tener presente que el derecho de naturaleza -jus naturale- es la libertad que cada hombre "tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida" y para ello puede "hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin".  De modo que "mientras persiste ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie" y de ahí surge la primera ley fundamental de la naturaleza que se enuncia así: "cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra". Ley de la cual es primera fase y también ley fundamental de la naturaleza, el "buscar la paz y seguirla". Pero allí no se queda Hobbes, sino que para seguir esa ley esa ley fundamental es necesario que "uno acceda, si los demás consienten también, y mientras se considere necesario para la paz y defensa de si mismo, a renunciar a ese derecho, a todas las cosas, a satisfacerse con la misma libertad frente a los demás hombres y que le sea concedida a los demás con respecto a él mismo" (Hobbes, Leviatán. Pag 106-107 Traducción Manuel Sánchez Sarto. F.C.E. México 2006)

 De allí que que el filósofo inglés defina al Estado como "una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos, realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto que puede utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y la defensa común" (Ibid pag.141). Es decir, que el Estado debe utilizar todos los medios que juzgue oportunos para garantizar la paz y la defensa común.
Ahora bien, dichos fines pueden alcanzarse por dos medios o conductos: uno por la fuerza natural, como cuando un hambre hace que sus hijos y los hijos de sus hijos le estén sometidos, siendo capaz de destruirlos si se niegan a ello; o que por actos de guerra someta a sus enemigos a su voluntad, concediéndoles la vida a cambio de esa sumisión", y, el otro,  "cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente,  en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás" (Ibidem. Pag. 141)
El fin del Estado "es la paz y la defensa de todos, y como quien tiene derecho al fin lo tiene tambien a los medios", también tiene el derecho a juzgar acerca de los obstáculos e impedimentos que se oponen a los mismos, así como a hacer cualquier cosa que considere necesaria para conservar la paz y la seguridad"(Ibidem. Pag. 145)

Al momento de entrar a cotejar nuestra realidad, en Colombia, la Ley 975 de 2005 tiene como objeto "facilitar los procesos de paz y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las victimas a la verdad, la justicia y la reparación". Con ese propósito, entre ortos aspectos, se reguló lo "concerniente a la investigación, procesamiento, sanción y beneficios judiciales de las personas vinculadas a grupos armados organizados al margen de la ley, como autores o participes de hechos delictivos cometidos durante y con ocasión de la pertinencia a esos grupos, que hubieren decidido desmovilizarse y contribuir decisivamente a la reconciliación nacional".
Con el anterior fin, entre otros beneficios se estableció que "En caso que el condenado haya cumplido las condiciones previstas en esta ley, la sala -juez de conocimiento- le pondrá una pena alternativa que consiste en privación de la libertad por un periodo mínimo de cinco (5) años y no superior a ocho(8) años, tasada de acuerdo con la gravedad de los delitos y su colaboración efectiva en el esclarecimiento de los mismos".
Teniendo en cuenta que las penas que deben imponerse a quienes sean beneficiarios de la Ley de Justicia y Paz, resultan notoria y sustancialmente bajas respecto de las penas de los delitos comunes, que incluso sobrepasan los 30 años de prisión como ocurre con los delitos de homicidio, secuestro, entre otros, consignados en el código penal, ya que redujo considerablemente las penas a quienes sean sujetos de tal ley, quienes sin duda han cometido los delitos más atroces en el país (genocidios, secuestros de toda magnitud, homicidios con todos los agravantes, desplazamientos, torturas, hurtos con todos los agravantes  y violaciones) y pese a ello las penas que se le impondrían resultan significativamente bajas con respecto a uno cualquiera de tales delitos.

Aquí queda a todas luces evidenciado, que en consecuencia el Estado tiene el poder de configuración legislativa (precisar lo que es justo e injusto, así como lo que es legítimo e ilegitimo), que sin duda, conforme a Hobbes, constituye una herramienta que debe utilizar el Estado para garantizar sus fines esenciales: conservar la paz y la defensa de todos. De modo que no existe límite al respecto porque puede acudir a actos de fuerza, tomar vidas o establecer pactos entre los hombres, y justamente fue a lo que acudió el Estado colombiano en la Ley de Justicia y Paz, donde rompió con varios de los principios del Derecho Penal como el de la proporcionalidad de la pena respecto del delito y el de igualdad de los ciudadanos frente a la ley penal.
En este orden de ideas, es preciso recalcar que en la concepción hobbesiana el cumplimiento del pacto es una "regla de la razón en virtud de la cual se nos prohíbe hacer cualquier cosa susceptible de destruir nuestra vida: es, por lo tanto, una ley de naturaleza". De donde nace, entre otras leyes de la naturaleza, que "cada uno se esfuerce por acomodarse a los demás"; "que, dando garantía del tiempo futuro, deben ser perdonadas las ofensas pasadas de quienes, arrepintiéndose, deseen ser perdonados", y que "los hombres no consideren la magnitud del mal pasado sino la grandeza del bien venidero." De lo anterior se infiere que de las leyes de la naturaleza se impone la paz como medio de conservación de nuestros congéneres.

Sin temor a equivoco alguno, podemos aseverar que el propósito de la Ley de Justicia y Paz es lograr la desmovilización de los grupos armados al margen de la ley, llámese guerrilla o de autodefensa, o una parte significativa e integral de los mismos como bloques, frentes u otras modalidades de esas mismas organizaciones..", es decir, que busca que dichos grupos dejen las armas; y no continúen como actores del conflicto armado y, por tanto, es un camino para lograr la paz. Pero también busca un resarcimiento patrimonial de las victimas y lograr la verdad, con lo cual, por otro lado se busca una reconciliación entre victimarios y victimas, para evitar que èstas asuman la justicia por su propia mano y se recrudezca el conflicto armado. De modo que los propósitos de la Ley de Justicia y Paz sin duda están orientados a lograr los fines esenciales del Estado según Hobbes y por tanto no existen límites a los medios que utilizó con esa finalidad. Además, como se busca que los actos delictivos pasados no sean juzgados a menos que el desmovilizado no informe de tales eventos, casos en el cual tales "conductas serán investigadas y juzgadas por las autoridades competentes y las leyes vigentes al momento de la comisión de esas conductas", conforme al artículo 25 de la ley referida.

BALANCE CRÍTICO Y CONCLUSIÓN.
La teoría de los fines del Estado en Hobbes: paz y seguridad para todos, se aplicó en la Ley de Justicia y Paz por cuanto el Estado colombiano rompió sin contemplación alguna y al más alto precio, con principios básicos del Derecho Penal para favorecer la desmovilización de grupos armados al margen de la ley con el propósito de lograr la paz.  




   
   





jueves, 16 de junio de 2011

CONFIDENCIAS DEL OCASO

Qué cosa tan extraña somos. Aún no logro comprender de que se ufana nuestro pretendido intelectual. Tanto alarde de grandeza y una falsa sapiencia le otorgan ese estúpido ribete de sentirse por encima del bien y del mal.
Ahora, para que esa falsa voluptuosidad y una tonta apariencia, si es poco lo que podemos aseverar ante los desatinos del espíritu o la angustia y la incertidumbre que nos punza cada vez que en nosotros asoma el fracaso?
Aquí entre lineas, para ti, mi gran amigo, es pura pendejada tratar de regodearnos por la destreza mostrada al momento de adentrarnos por los vericuetos de la acartonada racionalidad o el dominio de esa cosa tan trivial que mis amigos llaman en tono rimbombante las leyes de la lógica y el buen pensar.

¿Entonces, por que será que ante tantas frustaciones y el impetérrito vacío, nos aferramos con gran aspaviento a ese bicho raro de la fé?

Nimiedades de esta índole echan por tierra la necia pedanteria de nuestro glorioso intelectual. Ni qué decir de su oculta afición de frecuentar los bares del centro de la ciudad cuando en el condominio que él habita, a esas horas todos duermen; ni de la aplastante depresión que le sobreviene despues de copular a las dos de la tarde en un prostíbulo de mala muerte.

domingo, 5 de junio de 2011

EL BALCÓN DE MARA (CUENTO)

Ayer, el barrio festejó con gran alborozo, el suceso que constituyó la captura del hombre que, años atrás, violó a Mara durante una excursión a los alrededores de la ciudad. Lo ataron a un poste del alumbrado público y lo azotaron hasta el desfallecimiento total.
"Gente bien jodida la que habita éste vecindario", me digo ahora, mientras sujeto el tomo contra la axila para acomodarme mejor en el pasadizo de la buseta.

Desde entonces, se sienta solemnemente en el balcón de su casa para ver pasar la vida sin mayores sobresaltos. Al rato, una mujer joven deja sobre su regazo "Los viajes de Gulliver" y le susurra al oído algunas palabras para que sepa que en el futuro seguirá siendo una mujer bien.
Con el paso de los años, ha abandonado la lectura para recrear las facetas de esa gran estupidez a la que llaman vida. Algunas veces piensa en su tía, Katty, la misma que durante algún tiempo se ha encargado de encerar el embaldosado del balcón y cuidar que nunca falten los diarios y el paquetico de bombones de fresa. Sonríe al ver las nubes que se arremolinan sobre el edificio de la Gobernación y cree poder dislocar el tedioso curso de los acontecimientos.

El tenue aleteo de un pensamiento la transporta al recuerdo sombrío de una niñez dura y descarriada; vagando entre algodonales resecos y columpiándose en los porches de las casas habitadas por la maleza y el olvido. Todavía siente el peso de aquella avalancha nudosa sometiéndola a golpes y estrujándola en lo mas íntimo; penetrándola más allá de las entrañas y el dolor. Así es el inmancable recuerdo que se desvanece al verse envuelta entre los jirones que colgaban en aquél alambre invadido por el oxido, en su profiláctico papel de atemperar el llanto y el ardor.

"Pero que tonta soy", si ayer me prometí que nada de preocupaciones ni problemas sentimentales", piensa ahora que se ha dejado caer sobre el embaldosado. Acerca el rostro hasta aplastarlo contra la fotografía que muestra el titular, y entonces siente desvanecerse sobre la superficie.

"Si, soy el rictus final de una mueca. Estoy harta de mí, de todo este vacío"

No piensa, ni oye, únicamente sostiene una mirada fría y desolada sobre la oscura abertura de la escalera que comunica con el vestíbulo. Sólo desea dejarse rodar y no terminar jamás. Así lo ha presentido muchas veces, asomada desde el balcón, observando a los niños de la otra calle deslizarse sobre sus patines con el mismo equilibrio de un artista de circo.
Ahora, cuando el cigarro pende de la comisura, se palpa los muslos y desecha la idea de un nuevo encuentro con Pablo. No soporta el ridículo paseo que siempre termina ante aquel portero de chaqueta roja conduciéndolos con su linterna de mano hasta indicarles el espacioso sofá.

Con la noche desparramada sobre la ciudad, siente la ardua labor de aquel desenfado en su meticuloso sometimiento hasta la inmovilidad. Hace un círculo sobre la pared, y su fantasía le hace ver la estela difusa de algo etéreo e inalcanzable. Vuelve a tenderse sobre el embaldosado en pos de un nuevo ángulo que aclere mas la perspectiva.

-Katty.

-Qué

-Ven, sube.

_Observa bien en la pared. No ves ahí a una mujer tendida sobre un paisaje?

Ha encendido la luz para reforzar con algunas pinceladas la extraña silueta que yace sobre un paisaje cenagoso. Sí, se ha encontrado. Por eso ríe, ríe y llora ante la revelación de una soledad sin límites, amparada en el dolor que produce el entorno y la grandeza de aquella miseria.
"Así es la vida", piensa sin dejar de colorear la áspera hondonada que parece sostener el torso. Se detiene, ríe nuevamente y cree insuflarle algo de vida. La imagina un tanto vencida; lacerada por el rencor y la intrascendencia de todos los actos.

Al escuchar pasos y voces en el vestíbulo de abajo, se ha abandonado a la contemplación. El cigarrillo pende nuevamente de la comisura mientras se echa sobre la mecedora para sentir el tenue alivio que le produce verse liberada de las garras de la noche.
No siente el peso agobiador de aquellas horas, aplastándola firmemente contra la quietud y el olvido.

"Mejor quédate allí, muñeca. Ni te imaginas lo horrible que se vive aquí", se dice suavemente, mientras reanuda el sigiloso trabajo. Se empina y traza el hilillo de sangre que corre sobre el rostro de tez palúdica.

Ahora nada puede detenerle. Su espíritu avanza seguro y decidido a rescatar aquel espectro en miniatura, acogido en su conciencia como la concreción de la verdadera condición humana.

No comprende que es lo que le impide gritar para que sepan que se halla anclada en aquel puerto cenagoso y espúreo, sin fuerzas; y atada a la impotencia de un universo yermo y olvidado; algo irremediablemente perdido y carente de sentido.

Escuchó el taconeo que subía a través de la escalera, y simuló hacer un alto en su labor.

-Mara, Pablo está esperando. Qué le digo. Dijo Katty sin llegar al umbral.

-Que hoy estoy indispuesta.

El taconeo desapareció y el turbulento aspaviento de aquellos pensamientos, parecían llevarla al indescriptible estado que raya entre el delirio y la locura.
Los últimos retoques dieron un tono diáfano y quejumbroso. La figura yacía en actitud de abrazar, pero su aspecto cadavérico la eximía de todo contacto con la realidad.

Después de aquella obra de arte, los hechos tomaron rumbos diferentes; el boceto del paisaje con la vagabunda adquirió vida propia, y el balcón pasó a ser un simple apéndice de la nueva historia.
Son muchos los esfuerzos que se han hecho para sacarla del estupor que le causó aquella obra. Así lo han contado amigos y extraños, entre tanto, Katty sube religiosamente a encerar el embaldosado y a entregar los diarios junto con el paquetico de bombones de fresa.

(Este relato pertenece al libro inédito de cuentos:   "En torno a una rara espera"


Manuel Donado Solano








      

sábado, 4 de junio de 2011

EL SISTEMA EDUCATIVO ACTUAL: ¿UN AUTÉNTICO PROYECTO PARA LA CONSECUCIÓN DE ACTITUDES DEMOCRÁTICAS Y LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD HUMANA?

Ponencia leída durante el Foro educativo celebrado en el Municipio de Ponedera(Atlántico) en Junio de 2007.

Hoy en día cabría hacernos la pregunta de si ese gran proyecto, que tantos devaneos y controversias ha suscitado a la humanidad, concebido para la formación de buenos ciudadanos, además de competentes en el saber y al momento del hacer, realmente está a tono o en el mejor de los casos preparado para cumplir con creces el papel de orientar y formar ante los difíciles  y complicados retos que le imponen éstos nuevos tiempos, caracterizados por la peculiar manera de nuestros jóvenes de sentir y asumir una realidad donde la precocidad en el inicio de las relaciones sexuales y la irrupción de una sensibilidad permeada por nuevos y estrambóticos patrones en lo estético así como un desmedido afán por la información comprimida y rápida, constituyen una marcada ruptura tanto generacional así como en lo tocante a visiones y expectativas que inciden sustancialmente en sus proyectos de vida, o como diría Aristóteles de vida buena.

Nadie podría negar que aquí reside en gran parte el meollo de los conflictos que se presentan al interior de nuestras instituciones educativas, al no interpretarse muchas veces con tino y sabiduría estos cambios en una juventud con unos intereses y visiones bastante diferentes a los de hace 20 o 30 años atrás.
Pasar por alto lo anteriormente planteado y evaluar y medir las nuevas relaciones de convivencia y actitudinal con los parámetros y normas de la escuela "tradicional", ha dado lugar a innumerables tutelas y otros recursos a los que reiterativamente apelan nuestros jóvenes, quienes esgrimen como fundamento de sus reclamos la violación de sus derechos por parte de las directivas a través de los llamados Manuales de Convivencia de las instituciones educativas.
Así las cosas, indudablemente que éste es un tópico donde la reflexión filosófica debe tomar cartas en el asunto para hacer claridad conceptual en un asunto tan importante como el del respeto de los derechos y la apertura de espacios democráticos al interior del mundo escolar, lo cual es en últimas, lo que va a contribuir eficazmente a la fundamentación de una educación que tenga como norte la formación en el respeto de la dignidad humana y la construcción entre nuestros jóvenes de una ética de carácter vivencial, fundada en una auténtica valoración, respeto y promoción de los derechos humanos, contribuyendo así a un vuelco generacional que tradicionalmente los ha querido encasillar como un mero e intrascendente discurso retórico parapetado tras lo meramente racional, opacando cualquier posibilidad de acercamiento.

Pero tratemos de hacer un ejercicio o aproximación al por qué en nuestras instituciones educativas se presentan obstáculos para que en su interior se den auténticos espacios democráticos que den paso a la concertación y el consenso, y se permita la armonía de la diferencia y la diversidad como premisas básicas de una auténtica convivencia pacífica.

a) La institución educativa autoritaria; un producto malsano de la intolerancia y la racionalidad instrumental.  En el mundo de la escuela se configuran complejas relaciones en las que los diversos actores escolares; maestros(as), directivos, alumnos(as), padres y madres de familia, confluyen con sus historias personales y colectivas, como expresión de valores y conflictos producidos en su medio social.
Aquí las relaciones de poder se manifiestan en el plano moral e intelectual. Por un lado el maestro ejerce su autoritarismo frente a los alumnos(as), padres y madres de familia, pero igualmente sobre el lo ejercen el director(a), las autoridades educativas y en ocasiones los mismos estudiantes.
Además de lo anterior, podemos ver que a través de la historia, la institución educativa y otras instituciones controlan a los niños(as), jóvenes y maestros(as) su condición de seres afectivos, sexuales, sociales y culturales, pretendiendo con ellos su homogenización, excluyendo la diversidad y por lo tanto el pluralismo.

En todo este ámbito es importante no pasar por alto que tradicionalmente la escuela se ha preocupado por mantener la disciplina, entendida ésta como el control que se ejerce sobre los alumnos para mantener el orden. Esa disciplina es impuesta por la autoridad y sus propósitos aparentemente no van más allá de lo inmediato: sostener el orden, según lo percibimos; pero en última instancia se busca es formar seres disciplinados que posibiliten crear un ambiente para que la autoridad actúe sin encontrar resistencias.

Ahora, es importante destacar que en lo social, lo cultural y político nosotros nos hemos caracterizado por establecer relaciones verticales, y acciones propias de un proceso o dinámica llámese política, cultural o educativa, la cual se traza como norte la manipulación de los demás a través de los saberes y el conocimiento con tal de imponer a un pueblo o comunidad una forma de pensar y actuar determinadas con tal de perpetuar unos particulares intereses de clase o grupo. No en vano, y en una forma aparentemente trivial, escuchamos por ahí la trillada frase :"el conocimiento da poder". Y efectivamente, aún hoy muchas instituciones educativas no hacen más que reproducir las más burdas y dañinas relaciones de poder patentizadas en el desconocimiento por parte de docentes y directivos de que los alumnos(as) como seres afectivos, sexuales, poseedores de una dignidad humana que hace que le sean respetados sus proyectos de vida y decisiones como jóvenes que tienen todo el derecho a preguntarse en voz alta sobre cuál es el sentido de una institución que muchas veces les parece ajena, ya que no se ha tomado la molestia de preguntarles como parte constitutiva de mayor importancia, de qué manera la vemos o la percibimos; si sentimos empatía o un disimulado rechazo que a diario manifestamos de múltiples formas que sus directivas no logran percibir para que entren a replantear su papel y logre instaurar en su interior relaciones mas fraternales y humanas para que así puedan sentirse, aún en medio de tantas dificultades, que son reconocidos y valorados como personas.

b) Por una pedagogía que oriente hacia la mayoría de edad y el respeto de la dignidad humana ante  los graves hechos de intolerancia y la instrumentalización de los seres humanos. Cuando nos referimos a la mayoría de edad, no lo estamos haciendo en términos cronológicos, sino a lo que en su tiempo el filósofo alemán Emmanuel Kant, concibió como aquél estado en el cual los seres humanos deben valerse de su propia razón  y capacidad de juicio para pensar por sí mismos, sin necesidad de que otros se conviertan en sus tutores.
Contrario a la mayoría de edad, es lo que el pensador alemán concibió como la minoría de edad, la cual consiste en la imposibilidad, ya sea por pereza o facilismo, de pensar por sí mismos, ejercitando nuestra capacidad de raciocinio, sino que le dejamos cómodamente ese papel a otros y así evitarnos la difícil tarea de escrutar, discutir, analizar y proponer cosas.
Realmente lo que Kant ya dejaba entrever en ese breve ensayo publicado a finales del siglo XVIII que lleva por título ¿Qué es la ilustración?, era la necesidad de que los seres humanos reafirmaramos nuestra autonomía como seres racionales, morales y afectivos responsables de nuestros actos ante nosotros mismos y los demás; pero siempre, sometiendo todas nuestras actuaciones al escrutinio de la razón.

De esta manera, pensaba Kant, los seres humanos dejarían de ser seres heterónomos, cuya conducta y actuaciones vendrían impuestas por otros o emulaciones acríticas de modas o estereotipos, anulándonos como personas racionales y afectivas capaces de darnos una moralidad y construir unos criterios de conducta basados en nuestras convicciones más profundas.

En este sentido, cobra vigencia la propuesta kantiana al contribuir en gran medida en el plano pedagógico al ponerle de presente a los educadores que su papel adquiriría mayor relevancia si se convierten en auténticos orientadores, y no tutores, que induzcan a sus alumnos a que ellos mismos construyan y alcancen sus verdades a través del análisis crítico y el consenso y así asumir consciente y responsablemente sus deberes y adquieran conciencia de la necesidad del respeto de la dignidad humana y de los derechos humanos en la persona del otro.
Aquí debemos resaltar lo que plantea el profesor Luis Alberto Henao en el libro "Educar para pensar" , en el cual subraya que, "para Kant, la actitud crítica es aquella actitud orientada por la libertad de pensar que permite el desarrollo del ingenio de la humanidad y el desarrollo de sus potencialidades y así contribuir al progreso del género humano siempre hacia lo mejor"

Después de analizar lo arriba expuesto, creo que sólo mediante una labor paciente y perseverante, lograremos construir una institución educativa formadora de ciudadanos auténticamente participativos y autónomos a la hora de tomar decisiones trascendentales en sus vidas y en la de sus comunidades; prestos a rechazar cualquier tipo de manipulación o instrumentalización por considerarlos como actos violatorios de la autonomia y la dignidad humana.
Se hace necesario que se constituya en un imperativo que las instituciones educativas coadyuven a la consecución de esa mayoría de edad en lo atinente al ámbito de lo político, incentivando en los alumnos(as) de manera real y efectiva y no en lo retórico, su participación en eventos democráticos y el ejercicio de sus derechos.
En una ocasión, hablando con una expersonera estudiantil de la institución educativa donde laboraba, al preguntarle sobre el porqué de la desmotivación de los alumnos(as) al invitarles a participar en la elección  de sus representantes en el gobierno escolar, manifestaba la fatiga y el cansancio que sentían de los llamados a cumplir por mero requisito con una jornada donde se les entregaban unos tarejetones en los cuales tenían que escoger a uno u otro. Para la exalumna, en su diálogo dejaba entrever que éste era un proceso ajeno y distante para sus intereses como personas que querían desplegar una mayor participación en la realización de un evento donde ellos se sintieran como actores protagónicos y no como meros invitados a donde ya todo estaba preparado.

Lo anterior, sin mencionar que el personero(a) elegido, la gran mayoría de las veces no deja de ser una mera figura decorativa sin ninguna trascendencia y a quien nada mas se le tiene en cuenta para que estampe su firma en algún documento que requiere dar fe de la existencia del gobierno escolar ante alguna autoridad educativa y ahí termina sin pena ni gloria su papel como representante de los estudiantes.

Ahora, ni qué decir de los consejos directivos de algunas instituciones educativas, quienes nunca han convocado a padres de familia ni a los docentes ni mucho menos a los estudiantes, ya sea para recoger sus propuestas o aspiraciones o para rendirles informes en lo concerniente a las metas, logros o dificultades de la institución educativa en el desempeño académico o en los procesos administrativos ni mucho menos en la presentación de los informes financieros; convirtiéndose sus sesiones en una especie de reuniones privadas y a puerta cerrada, en donde sus decisiones no consultan los intereses de la comunidad educativa.
Todos estos vicios contradicen y desvirtúan de manera flagrante la naturaleza y misión de la institución educativa que por lo general en los PEI consignan una retórica que se mueve en un discurso sobre los valores éticos y de su compromiso con la formación de un educando crítico, autónomo, participativo, etc, etc pero que lamentablemente queda en meras palabras ya que en su práctica institucional no se es coherente con lo planteado en el Proyecto Educativo Institucional.

Como docente y directivo, preocupado por la institución educativa, creo firmemente en la necesidad de replantear unos métodos y actitudes de claro corte autoritario y muchas veces excluyente que a lo único que contribuyen es a desterrar en los estudiantes el interés y la iniciativa que en algún momento lleguen a mostrar nuestros jóvenes en los procesos democráticos que deben darse al interior de las instituciones educativas.

Manuel Donado solano