Encuentros y aproximaciones de la nueva retórica en la argumentación del discurso filosófico.
Por: Manuel Donado Solano
Ante lo arriba expuesto, es que me propongo de manera sucinta,
corroborar el planteamiento de Perelman en el sentido de hacer notar el
carácter inevitable de las relaciones del discurso filosófico, debido a su
misma esencia y dinámica, y la necesidad de estructurar argumentativamente las
posturas e ideas de las diversas corrientes al momento de entrar en su función
critica a fundamentar conceptualmente ante el respectivo auditorio, ya sea a
través del debate y la confrontación o el intercambio de ideas como algo propio
de la labor persuasiva.
Con tal de reafirmar todo lo
anterior, se hace necesario hacer la siguiente cita de Perelman: “si no se
admite que las verdades filosóficas pueden estar fundadas en intuiciones
evidentes, será preciso recurrir a técnicas argumentativas para hacerlas prevalecer. La
nueva retórica se convierte entonces en un instrumento indispensable para la
filosofía. 1(Perelman. Ch. El imperio
retórico. Pag. 26 Ed. Grupo Editorial Norma…..)
Primero que todo tenemos que tener claro que la razón de ser de la
filosofía no es ofrecer un catalogo de recetas ni solucionar nada, sino mas
bien como se ha señalado con acierto, problematizarlo todo; contribuir a
clarificar el planteamiento de los problemas con que hemos de enfrentarnos
todos los mortales.
Lo anteriormente expuesto podemos asimilarlo a lo que algunos han
denominado como la tarea critica del quehacer filosófico, la cual se traza como
meta trascender y superar prejuicios de la cultura y de su tiempo a través del
análisis y la evaluación de conceptos confusos o ambiguos, los cuales deben ser
aclarados.
En este mismo sentido, la tarea crítica de la filosofía se traza como
norte someter a revisión las creencias o principios teóricos prácticos asumidos
en el sentido común como
incontrovertibles y absolutos así como evaluar prácticas e instituciones para
ver si son compatibles y coherentes con valores y principios universales.
Si concebimos a la filosofía
en su función critica y por ende en su papel de fundamentación conceptual que
nos permita además de su evaluación critica de conceptos y posturas teóricas
para así estructurar propuestas sólidas que nos ayuden a avizorar e interpretar
con mayor claridad, las complejidades de los diferentes procesos que se enmarcan
en nuestra rica cotidianidad; en todo este orden de ideas, resulta a todas
luces innegable que la filosofía vive del dialogo, de la polémica; en la que
casi nunca tenemos una situación ideal en la que haya posibilidad de proceder
deductivamente, ante lo cual tenemos que acudir a la persuasión del oponente,
tratar de convencerlo de manera no deductiva, ya que no se aceptan las mismas
premisas, los mismos principios cuando se trata de concepciones opuestas.
En ese sentido, nadie pondría
en duda que lo que mas se hace en filosofía es argumentar para inclinar la
adhesión del auditorio a las tesis que se sostienen sobre determinado aspecto o
tópico del quehacer filosófico. Lo anterior, teniendo en cuenta que algunas
escuelas filosóficas sostienen tesis diametralmente opuestas, lo cual hace que
no tengan una base común para ser debatidas sin que se incurra, según Perelman,
en petición de principio, ya que lo que se hace en las polémicas filosóficas es
utilizar la retórica. En una palabra, “hay que reconocer que la retórica, como
instrumento y medio de argumentación, está prácticamente omnipresente en
nuestras polémicas entre diversas escuelas de filosofía”(Beuchot Mauricio,
Retórica, diálogo y argumentación, Pag, 365 Ponencia en el III Simposio de
filosofía Contemporánea. Universidad Autónoma Metropolitana. 1990. México.)
Ahora, si bien es cierto que
dentro una determinada escuela o concepción filosófica hay principios y reglas
comunes, lo que hace que siempre va a estar presente la posibilidad de efectuar
inferencias a partir de cosas aceptadas por quienes se adscriben a una escuela
filosófica, las cosas cambian considerablemente cuando la discusión y el debate
se da entre escuelas distintas y con concepciones y puntos de vista
diametralmente opuestos, haciéndose necesario acudir a una “retórica
filosófica” para tratar de aproximarnos lo mayormente posible a lo que se
denomina como lo razonable so pena de que la discusión se convierta en algo sin
sentido o en un diálogo de sordos.
De acuerdo a este orden de ideas, para Perelman la necesidad de la
búsqueda de lo razonable en todo este proceso, lo hace más evidente en la
siguiente cita, en la cual nos deja traslucir la influencia de Aristóteles y
toda la tradición Greco-latina de la retórica y de los tópicos; “Constatamos
que en los dominios donde se trata de establecer lo que es preferible, lo que
es aceptable y razonable, los razonamientos no son ni deducciones formalmente
correctas ni inducciones que van de lo particular a lo general, sino
argumentaciones de toda especie que pretenden ganar la adhesión de los
espíritus a las tesis que se presentan a su asentimiento”(Perelman. Pag12.
Op.Cit)
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