TRIBULACIÓN II
Por: Manuel Donado Solano
Dentro de poco, todo no será más que un amasijo de ese cúmulo de sueños frustrados y de muy pocos buenos recuerdos.
De aquellas famosas audiencias en ese edificio bordeado por escaleras en forma de espiral, sólo quedará en tu desvencijada oficina, aquél diploma mohoso y descolorido donde apenas alcanza a divisarse tu nombre escrito en una caligrafía retorcida y gótica, y a espacio seguido, el reconocimiento que hace una Universidad distante y paramuna al ejercicio de un litigio legitimado mas por la mecánica de los años de ejercicio que por el estudio y la precaria memorización de los soporíferos códigos.
Ni siquiera sentirás el inusitado interés de otros tiempos por revisar la última correspondencia, y sólo mirarás con algo de tedio y displicencia la maraña de folios donde reposan las demandas y tutelas interpuestas con notable estilo y esmero ante los juzgados de turno.
En medio de la abulia y algunos bostezos, volverás a releer las últimas sentencias de la corte Constitucional mientras sostienes el pesado tomo sobre tu regazo y te vuelves a acomodar detrás del viejo escritorio de roble apolillado.