martes, 28 de agosto de 2018

ESTOLIDARIO

Por: Manuel Donado Solano

En este tono melancólico y aparentemente frívolo, anida esa especie de envoltura sonora en la que algunas veces amortajo estas sobrias palabras de aspirante a poeta menor; destilando ese peculiar dejo, muchas veces acompasado por la liturgia del ensimismamiento y danzando al filo de las apagadas notas del perenne canto a una bien llevada pusilanimidad.

Miro de reojo algunos rostros expectantes en el auditorio al inicio de este verso, y desde ya intuyo la más noble y compasiva amnistía para con el taciturno desfogue de este parco escepticismo en su terca incitación a la estoica rebelión de lo sombrío. 

martes, 14 de agosto de 2018

ALGO BIEN MEMORIOSO

Por: Manuel Donado Solano

A ésta altura de la noche, cuando la lectura de ese cuentista venido del ignoto paraje va bien avanzada, un eco incisivo y difuso no ha dejado de retumbar en su conciencia después de sopesar con sobrio deleite el aparente barroquismo de algunos párrafos que posiblemente no son mas que el onírico e indeleble influjo de una de las tantas aseveraciones que seguramente ese gran fabulador de la calle de Maipú puso en boca de alguno de sus enigmáticos y memoriosos personajes.

Abandonó el recinto con el pretexto de tomar un poco de aire fresco, pero en el fondo buscaba saldar ese duelo que había entablado con sus recuerdos, ya que no lograba despejar la incesante duda que se paseaba oronda entre aquellas sublimes y memorables páginas de Ficciones y el Aleph.

Mientras tanto, un nuevo relato con displicente tono filosófico, empieza evocando la cara fugaz de la eternidad y lo inacabado del tiempo, manteniéndo nuevamente en vilo al ávido y novel auditorio. 






  

domingo, 5 de agosto de 2018

VERSOLIBALO

Por: Manuel Donado Solano

Aquél neologismo desafiante y austero que tanto dio de qué hablar durante las primeras lecturas del taller literario en la Biblioteca Municipal, nuevamente vuelve a recomponer el recuerdo de ese poema tantas veces inconcluso en aquellas noches húmedas y sin farol.

Sin embargo, heme hora transportado sigilosamente al final del recital sobrio y triste, parapetado tras el atril y aquél oferente generoso y locuaz, mientras estrecho el montón de manos tibias y furtivas como agradecimiento por estos apocados versos.

Afuera, cuando ya todo parece haberse desvanecido, vuelve nuevamente el incisivo recuerdo de aquella muchacha trigueña y recia, entonando una triste melodía en su flauta de oropel, mientras me sumerjo en el insomnio de una ciudad sin alma y gris.