domingo, 20 de mayo de 2012



 Encuentros y aproximaciones de la nueva retórica en la argumentación del discurso filosófico.

 Por: Manuel Donado Solano



Ante lo arriba expuesto, es que me propongo de manera sucinta, corroborar el planteamiento de Perelman en el sentido de hacer notar el carácter inevitable de las relaciones del discurso filosófico, debido a su misma esencia y dinámica, y la necesidad de estructurar argumentativamente las posturas e ideas de las diversas corrientes al momento de entrar en su función critica a fundamentar conceptualmente ante el respectivo auditorio, ya sea a través del debate y la confrontación o el intercambio de ideas como algo propio de la labor persuasiva.

Con tal de reafirmar todo lo anterior, se hace necesario hacer la siguiente cita de Perelman: “si no se admite que las verdades filosóficas pueden estar fundadas en intuiciones evidentes, será preciso recurrir a técnicas  argumentativas para hacerlas prevalecer. La nueva retórica se convierte entonces en un instrumento indispensable para la filosofía. 1(Perelman. Ch. El imperio retórico. Pag. 26 Ed. Grupo Editorial Norma…..)

Primero que todo tenemos que tener claro que la razón de ser de la filosofía no es ofrecer un catalogo de recetas ni solucionar nada, sino mas bien como se ha señalado con acierto, problematizarlo todo; contribuir a clarificar el planteamiento de los problemas con que hemos de enfrentarnos todos los mortales.
Lo anteriormente expuesto podemos asimilarlo a lo que algunos han denominado como la tarea critica del quehacer filosófico, la cual se traza como meta trascender y superar prejuicios de la cultura y de su tiempo a través del análisis y la evaluación de conceptos confusos o ambiguos, los cuales deben ser aclarados.
En este mismo sentido, la tarea crítica de la filosofía se traza como norte someter a revisión las creencias o principios teóricos prácticos asumidos en el sentido común  como incontrovertibles y absolutos así como evaluar prácticas e instituciones para ver si son compatibles y coherentes con valores y principios universales.

Si concebimos a la filosofía en su función critica y por ende en su papel de fundamentación conceptual que nos permita además de su evaluación critica de conceptos y posturas teóricas para así estructurar propuestas sólidas que nos ayuden a avizorar e interpretar con mayor claridad, las complejidades de los diferentes procesos que se enmarcan en nuestra rica cotidianidad; en todo este orden de ideas, resulta a todas luces innegable que la filosofía vive del dialogo, de la polémica; en la que casi nunca tenemos una situación ideal en la que haya posibilidad de proceder deductivamente, ante lo cual tenemos que acudir a la persuasión del oponente, tratar de convencerlo de manera no deductiva, ya que no se aceptan las mismas premisas, los mismos principios cuando se trata de concepciones opuestas.

En ese sentido, nadie pondría en duda que lo que mas se hace en filosofía es argumentar para inclinar la adhesión del auditorio a las tesis que se sostienen sobre determinado aspecto o tópico del quehacer filosófico. Lo anterior, teniendo en cuenta que algunas escuelas filosóficas sostienen tesis diametralmente opuestas, lo cual hace que no tengan una base común para ser debatidas sin que se incurra, según Perelman, en petición de principio, ya que lo que se hace en las polémicas filosóficas es utilizar la retórica. En una palabra, “hay que reconocer que la retórica, como instrumento y medio de argumentación, está prácticamente omnipresente en nuestras polémicas entre diversas escuelas de filosofía”(Beuchot Mauricio, Retórica, diálogo y argumentación, Pag, 365 Ponencia en el III Simposio de filosofía Contemporánea. Universidad Autónoma Metropolitana. 1990. México.)   



Ahora, si bien es cierto que dentro una determinada escuela o concepción filosófica hay principios y reglas comunes, lo que hace que siempre va a estar presente la posibilidad de efectuar inferencias a partir de cosas aceptadas por quienes se adscriben a una escuela filosófica, las cosas cambian considerablemente cuando la discusión y el debate se da entre escuelas distintas y con concepciones y puntos de vista diametralmente opuestos, haciéndose necesario acudir a una “retórica filosófica” para tratar de aproximarnos lo mayormente posible a lo que se denomina como lo razonable so pena de que la discusión se convierta en algo sin sentido o en un diálogo de sordos.  

De acuerdo a este orden de ideas, para Perelman la necesidad de la búsqueda de lo razonable en todo este proceso, lo hace más evidente en la siguiente cita, en la cual nos deja traslucir la influencia de Aristóteles y toda la tradición Greco-latina de la retórica y de los tópicos; “Constatamos que en los dominios donde se trata de establecer lo que es preferible, lo que es aceptable y razonable, los razonamientos no son ni deducciones formalmente correctas ni inducciones que van de lo particular a lo general, sino argumentaciones de toda especie que pretenden ganar la adhesión de los espíritus a las tesis que se presentan a su asentimiento”(Perelman. Pag12. Op.Cit)